Selección de poemas y recitados
AMOR Y AUTORIDAD
Sucio, con manchas negras
de grasa de taller y de motores.
Sus ojos relucían tan oscuros
como las manchas.
Al tropezar con él en las calles del pueblo,
siempre me amenazaba, acorralándome
con la brutalidad de su sonrisa
y me quitaba lo que yo llevase
la merienda, unos cromos, un cuaderno.
Vivir podía ser, pues, humillante.
Nunca lo delaté y, con su fuerza,
me hizo descubrir lo que era el odio.
No confiar en ninguna autoridad.
Ninguna autoridad, ningún amor.
Fragmentos
Dentro de mí, desde un lugar oscuro,
levantan en silencio su vuelo dos urracas.
Éramos jóvenes. Tu conducías.
Al salir de una curva,
allí estaban, en medio del asfalto,
picoteando furiosas el cadáver de un perro.
Sin prisas, en el último segundo,
echaron a volar con su elegante
plumaje blanco y negro.
Ninguno de los dos dijimos nada,
pero tú hiciste un gesto de asco.
No lo he olvidado nunca. Todavía,
si te miro, en el fondo de tus ojos
dos urracas levantan, con lentitud, el vuelo.
Amo lo que nos queda:
este vuelo nupcial y la carroña.
LEJOS
Un perro abandonado va por la carretera,
busca la esclavitud en el peligro.
Cuando anochece,
jadeante, le quedan aún fuerzas
para ladrar a los primeros faros,
que lo deslumbran.
La carretera pasa junto al mar
en una costa abrupta.
El mundo puede ser bellísimo,
pero tiene que incluir la humillación.
Soñar tan sólo es
buscar un amo.
LA ÉPOCA GENEROSA
Nuestros, como canciones
que nos hacen llorar, son esos días
que fueron la verdad de los anocheceres
sonrientes y del baño de los niños.
El alegre cansancio de la cena.
Las caras que no han vuelto
a confiar como entonces.
La vida se alimenta de días generosos.
De dar y proteger.
Si se ha podido dar, la muerte es otra.
BARCELONA
Su nombre es un refugio todavía.
La civil santidad de la codicia
y el exabrupto generoso
de Montjuïc, los muertos frente al mar.
¿Dónde está aquella culta burguesía?
¿Dónde, aquellos obreros que, además de su oficio,
se sabían poemas de memoria?
¿Qué puede unirme aún a una ciudad
que veo con su cara maquillada,
como de madre muerta?
Callo mientras escucho los tranvías de hierro
que cuando yo era joven pasaban por la Rambla:
una sonata de pobreza y rosas.
Pero, en Montjuïc tengo dos hijas,
y ahora me ofende un gentío extraño
que se ciega en la fiesta innecesaria
de gélidos hoteles, de superfluos
escaparates. Suele, en los refugios,
hacer más frío que en ninguna parte,
desolada ciudad que haces de puta.
VENGO DE ALLÍ
Vivo en ciudades de edificios altos,
al sesgo y que se inclinan
para exhibir, suntuosos,
la fuerza del peligro y de la insensatez.
Son titanio y cristal reflejando las nubes.
Pero la vida son también andamios,
humildes esqueletos hacia arriba.
Como un traidor de Shakespeare,
la opulencia planea siempre un crimen.
Y yo soy una carta mal escrita
por la gente que abrió
paso al agua hasta el fondo de los huertos.
Vengo de allí. Lo que haya en mí de noble
sólo puede venir de la pobreza.
Ella con humildad retira el andamiaje
y deja muros rectos, verticales y clásicos.
Ella apartó la tierra con la azada.
La he conocido. Sé qué es.
No voy a confundirla con lo otro,
lo que hay de miserable en la opulencia.
AMISTAD DE OTOÑO
Tanto han crecido en el jardín los árboles,
que nos dan la medida del pasado.
De cómo, desde lejos no alcanzo a comprenderlo.
De cómo es tan hermoso que se pueda esperar
en la distancia a alguien que no ha de volver nunca.
El álamo más alto fue dejando caer
un túmulo de hojas hasta cubrir el césped.
Cada año, con paciencia, las hemos recogido.
Ahora, en silencio,
el sol pasa a través de las ramas desnudas
y entra hasta iluminar el suelo de la estancia.
El grosor de hojarasca
no lo remueve más que el viento
o alguna madrugada el jabalí.
Nadie recogerá las hojas este año.
Nos consuela el dorado reflejo de un desorden
que se adentra en la grave comprensión del invierno.
AMAR ES DÓNDE
Sentado en un tren miro el paisaje
y de pronto, fugaz, pasa un viñedo
como el relámpago de una verdad.
Sería un error bajar del tren
porque entonces la viña desaparecería.
Amar es dónde, algo lo evoca siempre:
un terrado a lo lejos, la tarima vacía
(en el suelo una rosa) de un director de orquesta,
los músicos que hoy están tocando solos.
Tu habitación al clarear el día.
Y, claro está, los pájaros que cantan
en aquel cementerio una mañana de junio.
Amar es un lugar.
Perdura en lo más hondo: es de dónde venimos.
Y también el lugar donde queda la vida.
Dignidad
Si la desesperanza
tiene el poder de una certeza lógica,
y la envidia un horario tan secreto
como un tren militar,
estamos ya perdidos.
Me ahoga el castellano, aunque nunca lo odié.
Él no tiene la culpa de su fuerza
y menos todavía de mi debilidad.
El ayer fue una lengua bien trabada
para pensar, pactar, soñar,
que no habla nadie ya: un subconsciente
de pérdida y codicia
donde suenan bellísimas canciones.
El presente es la lengua de las calles,
maltratada y espuria, que se agarra
como hiedra a las ruinas de la historia.
La lengua en la que escribo.
También es una lengua bien trabada
para pensar, pactar. Para soñar.
Y las viejas canciones
se salvarán.
Principios y finales
Una vez fui una chica con futuro.
Leía en latín a Horacio y a Virgilio
y recitaba a Keats completo de memoria.
Al entrar en sus cuevas, los adultos
me capturaron: comencé a parir
hijos de un hombre necio y vanidoso.
Ahora cuando puedo lleno el vaso
y lloro al recordar algún verso de Keats.
Una mujer ignora, cuando es joven,
que no hay lugar alguno
donde poder quedarse para siempre.
Y no comprende porque nunca llega
aquel o aquella donde hallar descanso.
Las muchachas lo ignoran: los principios
no se parecen nunca a los finales.